
La cara de Paquita no es una página en blanco, gracias a Dios.

Todo lo que vivió y, sobre todo, cómo lo vivió, ha quedado en esa vitalidad que se le ha quedado dibujada en los ojos y la boca.

Nadie llega a sus años con la cara en blanco. Y quien lo intenta solo logra tener la cara emborronada como Berlusconi o Lomona. Nada, ni pasado.

La única maldad de Paquita fue hacer las mejores croquetas del mundo (para disgusto de los amigos de sus hijo, convencidos como estaban de que eso era lo que hacían sus madres.)

Con el sombrero adecuado puede ser la Miss Marple perfecta.

Puede mirarte diciéndote con los ojos que lo sabe todo sobre ti.

Pero no tardará en reírse a carcajadas. De ti, de mí. Y de ella misma.