El cerrojazo.
Con la llegada del virus encerraron a todo el mundo fuera  de Sevilla. Tardamos en darnos cuenta de que nos devolvían algo, como les habrá ocurrido a los venecianos, a los parisinos, a los atenienses, a los berlineses... por citar algunos pocos.
Qué llena está una calle vacía.
"Debajo del asfalto está la playa"
Lo que ni sospechábamos era que el asfalto quedaría debajo de los turistas.
Volver a ver lo nunca visto.
Sevilla es infinita pero habrá que ser sevillano para entenderlo.
Qué alegría que da, y cuánta pena.
Sevilla, como muchas otras, es una ciudad dopada de turismo.
Hay mucha gente viviendo de esto.
Quién sabe qué lección enseña eso.
No hay engaño.
Muñecas, camisetas y vestidos hechos en China y vendidos en bazares chinos a turistas chinos. Un cuento chino.
También están los que de verdad nacieron aquí.
Se amoldaron a lo que le pasaba a la ciudad, al país y al mundo.
Hasta los caballos tienen mono.
Ojalá se alquile.
Al fin se pueden mirar escaparates.
Y cuándo habrá más de uno mirando se preguntan las muñecas.
Mirar otra vez. Descubrir sin empujones.
Leer el diario tomando un café vuelve a ser cotidiano.
Caminar y cruzarse con uno. Sólo uno.
Siempre habrá esquinas con alguien cuando no haya nadie.
El tiempo entre costuras.
Filosofía zen sevillana.
Aceptar lo que ocurra.
Un turista casi siempre hace verano.
Lo que diga la Sole.
(Verdadero logo de un verdadero bar sevillano.)
Recuperar la normalidad.
En algún momento. Sin prisas.
Amén.

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