Mujer de mirada bastante perversa. (Olvidé apuntar el nombre de los pintores cosa que después me pareció bien: elegir los cuadros por su atractivo y no por su firma debería ser la forma de reconocerlos.)
Atrayendo todas las miradas en el Thyssen-Bornemisza de Madrid..
Una niña vista hoy, una mujer en su época.
Estar en la misma habitación que Rembrandt, acobarda. Porque no es una pintura: es Rembrandt.
Retrato de una dama hilando, de Maarten van Heemskerck. Más atenta a las mironas que al hilado.
Hombre de mirada melancólica.
El color de las paredes y la luz hacen un todo coherente entre pinturas y curiosos.
Mirada de ojos ancianos. (La delicadeza de las gargantillas y las telas, impresiona.)
Mirada de ver las cosas por primera vez.
Mira cómo te miro.
"Retrato de hombre en un escritorio." Quien le puso título no se mató pensando. (De Rembrandt.)
Fotógrafo mirando pinturas que miran a todo lo que se les pone por delante.
Los ricos pagaban fuertes sumas para que los retratara un maestro. Es decir: este hombre pagó una fortuna para pasar a la posteridad con esa cara de rico, corrupto y presuntuoso. 
Tomando alguna distancia.
Este es el primer cuadro que me impresionó por la mirada. Este soberbio señor tiene la culpa de esta galería. (Forma parte de la exposición permanente del Thyssen. Maravillosa, por cierto.)
Apuntando datos de este cuadro de la escuela de Lucas Cranach el Viejo. Que hoy sería de mediana edad.
No todos los cuadros te miran. Algunos se distraen, como estos personajes de Lucas Cranach, salvo una cotilla.
Bueno, tampoco todos los visitantes miran a los cuadros todo el tiempo.

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