
El acanto es una planta proletaria, resistente. Hace que digamos "qué bonito está el parque" pero que no veamos la planta, sólo el parque.

En el balcón de casa tenemos acantos porque nos gustan los que hacen un trabajo duro y útil. Y al poco de comenzar la cuarentena levantó estas estructuras como alcachofas.

Tardamos en darnos cuenta que son flores que al principio parecen pichones con el pico abierto pidiendo comida.

Y después ya son francamente flores y francamente proletarias.

Con colores delicados y venas como el cuello de un cantante gitano.

También parecen lagartos

comiéndose mariposas albinas

y tragando como boas.

En el fondo de la garganta jurarías ver tarántulas.

Pero a pesar de todo, son bellas.

De lejos y de cerca.

En blanco y negro asemejan gárgolas.

Y los días de lluvia protegen su interior (pistilos o tarántulas) con paraguas bicolores.

"Y encima llueve", dice un niño "Al menos llueve", dice el acanto.